Una de cada ocho mujeres va a tener cáncer de mama en México, lo que lo convierte en un problema de salud pública, pero las terapias combinadas con inhibidores resultan una esperanza de vida para las pacientes que cursan con esta enfermedad, señalaron expertas este miércoles.
Claudia Arce, oncóloga del Instituto Nacional de Cancerología, señaló en conferencia de prensa que en México el cáncer de mama se ha convertido en la primera causa de muerte en mujeres y cada año se diagnostican 29 mil nuevos casos de esta enfermedad.
El problema, abundó, es que más del 90 por ciento de los pacientes diagnosticados tienen cáncer de mama temprano (EBC) y a pesar de la terapia adyuvante estándar, aproximadamente un tercio de los diagnosticados en estadio II y más de la mitad de los diagnosticados con EBC HR+/HER2- en estadio III experimentan recurrencia del cáncer.
Ante ello, el estudio NATALEE, presentado la semana pasada durante la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés), mostró que la combinación de terapias inhibidoras con terapia endocrina para el cáncer de mama en etapas tempranas puede reducir en 25 por ciento las recaídas.
Además, esta combinación también puede lograr una tasa de supervivencia libre de enfermedad invasiva a tres años de poco más del 90 por ciento, en comparación con la terapia endocrina sola, según el estudio.
“El estudio demostró que la adición de un medicamento inhibidor al proceso convencional mejora el proceso de las enfermas y disminuye el riesgo de que regrese el cáncer”, señaló la especialista.
Los resultados de la investigación, que tuvo 27 meses de seguimiento, dijo, representan un importante avance en la lucha contra el cáncer de mama en todo el mundo y ofrecen una mayor esperanza para pacientes.
Por su parte, la oncóloga Cynthia Villarreal citó que en México se estima que una de cada ocho mujeres va a tener cáncer de mama, por lo que es importante contemplar las formas de detectarlo a tiempo.
“Existen la mastografía, el ultrasonido que deben hacerse periódicamente y pueden ayudar a la detección para que se pueda controlar con un tratamiento”, apuntó.
Recordó que cada vez existen más tratamientos que se “incorporan al arsenal terapéutico que permite que sea mucho más posible que una paciente logre una curación y se disminuye también el riesgo de una recurrencia”, explicó.
Enfatizó que las revisiones deben hacerse cada año con una mamografía o ultrasonido a partir de los 40 años, ya que ello permitirá detectar un problema a tiempo e instaurar un tratamiento que permita salvar la vida.