El Papa Francisco elogió el sábado la “sabiduría” y la rica y antigua cultura de Mongolia en el primer viaje de un pontífice a este país, pero también alertó sobre los riesgos generados por la destrucción del medioambiente y la corrupción.
En su primer acto público desde su llegada el viernes a la capital, Ulán Bator, el Papa argentino, de 86 años, fue acogido con una ceremonia oficial y una guardia de honor de jinetes en la enorme plaza Sukhbaatar, bautizada en honor a un héroe revolucionario mongol.
El presidente Ukhnaa Khurelsukh, vestido con una túnica tradicional, descendió por una larga escalinata con una alfombra roja para recibir al papa justo enfrente de una enorme estatua de bronce de Gengis Kan, el fundador del Imperio mongol.
El Papa llegó el viernes a Mongolia, un país de mayoría budista situado al sur de Rusia y al norte de China, con una ínfima comunidad de católicos, en un viaje orientado a mejorar los vínculos con estas dos potencias.
Después de la ceremonia de bienvenida en la gran plaza, el pontífice se reunió en el Palacio Estatal con varios dirigentes mongoles, incluyendo el presidente.
Francisco elogió a los ganaderos y agricultores del país “respetuosos con los delicados equilibrios del ecosistema” y aseguró que su tradición de vivir en armonía con la naturaleza “puede contribuir significativamente a los esfuerzos urgentes e inaplazables para proteger y preservar el planeta”.
También alertó sobre los peligros de la corrupción en esta joven democracia, sacudida el año pasado por unas manifestaciones en protesta por un escándalo de malversación vinculado a la industria del carbón.
El pontífice dijo que las religiones pueden “representar una salvaguardia ante la insidiosa amenaza de la corrupción, que representa un peligro grave al desarrollo de cualquier comunidad humana, fruto de una mentalidad sin escrúpulos y utilitarista que ha empobrecido países enteros”.
Antes de la llegada del Papa, más de mil peregrinos de otros países y algunos curiosos se congregaron en la plaza Sukhbaatar para intentar ver al líder de la Iglesia católica.
“No soy católico, pero (…) quise verlo en persona. Parece una persona maravillosa“, dijo sonriente Enkhtur Dagvadorj.
Galina Krutilina, una rusa de 62 años que recorrió en tren 6 mil kilómetros desde Moscú con una amiga para ver a Francisco.
“Estamos aquí porque Dios está en la cima de la montaña“, afirmó la mujer que profesa la fe ortodoxa y no la romana pero que asegura que “hay muchos caminos”.
La visita de Francisco busca apoyar a la pequeña comunidad católica del país, que tiene apenas mil 400 fieles, entre ellos 25 sacerdotes y 33 monjas.
A las puertas de China
Durante la tarde, el Papa se dirigió a los fieles desde la Catedral de los Santos Pedro y Pablo, cuya nave circular se inspira en las tiendas tradicionales de los nómadas mongoles.
Francisco afirmó que “los Gobiernos (…) no tienen nada que temer de la labor de evangelización de la Iglesia porque ésta no tiene una agenda política“, una declaración percibida como un mensaje para China.
Un fiel chino dijo que no quiere hablar por temor a tener “problemas” al regresar a su país. En cambio, una peregrina china relató que ver al Papa “es como ver a Jesús”. “Muchos católicos en China hubieran querido venir, pero no pudieron. Nos sentimos bendecidos“, afirmó.
Además de un gesto de respaldo a la pequeña comunidad católica, la visita es también estratégica desde el punto de vista geopolítico en Asia central.
Mongolia, que fue antaño parte del inmenso imperio fundado por Gengis Kan en el siglo XIII, ahora depende Rusia que le suministra energía y de China que compra sus materias primas.
Pero, este país, que es una democracia desde 1992, intenta un equilibrio y busca reforzar también los vínculos con Estados Unidos, Japón y Corea del Sur.
Esto hace a Mongolia potencialmente útil para las relaciones del Vaticano con Pekín, que renovaron el año pasado un espinoso acuerdo sobre los nombramientos de obispos, y con Moscú, con cuya cúpula Francisco quiere negociar el fin de la guerra en Ucrania.
El domingo, el pontífice pronunciará un discurso durante una reunión interreligiosa en la que está previsto que asista el responsable de la Iglesia ortodoxa rusa de Ulán Bator. Después oficiará una misa en un campo de hockey sobre hielo.