Pablo Ruiz Meza
Reforma al fondo de pensiones: estratagema populista- electoral
“Prometer no empobrece, el dar es lo que aniquila”, reza el refrán popular, y queda como anillo al dedo a la polémica generada con la iniciativa presidencial de reformar el sistema de pensiones.
La propuesta fue presentada en pleno proceso electoral para renovar la Presidencia de República, las cámaras de diputados y senadores, nueve gubernaturas, congresos locales y miles de alcaldías.
Este hecho ha generado cualquier cantidad de reacciones, desde aquellas que califican la iniciativa como populista con fines electorales, hasta de expertos en la materia que la consideran inviable.
Presentada la propuesta en un primer momento por Andrés Manuel López Obrador, de manera coloquial, como lo hizo en la tribuna propagandística de la conferencia de prensa “mañanera”, planteó que los trabajadores deberán recibir el monto de pensión al momento de jubilarse, igual al último salario devengado como trabajador activo.
La iniciativa fue “música” para los oídos de los trabajadores, pero para los analistas financieros y administradoras de los fondos de retiro, fue el sonido de alarma por las implicaciones en el gasto público y lo limitado del esquema, posteriormente detallado por el titular del Ejecutivo federal.
El objetivo del presidente, según explicó en la presentación de las 20 reformas constitucionales, es hacer que las personas que cotizan en instituciones de Seguridad Social como el IMSS y el ISSSTE, accedan a una pensión topada de 16 mil777.68 pesos al mes.
En este esquema de reforma al sistema de pensiones, el gobierno de la llamada Cuarta Transformación propone un “fondo semilla” de 60 mil millones de peso, a través del Fondo de Pensiones para el Bienestar, como parte de su programa social insignia a favor de la tercera edad.
La reforma que plantea el Presidente López Obrador busca que el 75% del Fondo de Pensiones se conforme de los recursos provenientes del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, ingresos por la venta de inmuebles, así como pagos pendientes que se tienen con el SAT.
Un 25% de este Fondo estará conformado por remanentes de fideicomisos del poder judicial, la eliminación de los organismos autónomos, de las utilidades de la Sedena y la Marina, así como donaciones o aportaciones de personas físicas o morales.
En la danza de cifras y cuentas alegre del presidente, sin que aún se conozca la rentabilidad de las empresas administras por las fuerzas armadas como El Tren Maya y Mexicana de Aviación, ni de las pingües ganancias por “Devolver al Pueblo lo Robado”, los expertos la cuestionan.
El origen y monto del dinero de este Fondo de Pensiones del Bienestar es de una sola vez y muchas veces no es dinero líquido, advierten los analistas financieros al calificar de inviable a largo plazo la propuesta.
Calificada la propuesta de la reforma de pensiones como una estratagema por su carácter político-electoral y populista, es comparada con la ocurrencia sexenal de la “farmaciototota”.
En una analogía, la “farmaciototota” así como el esquema financiero del Fondo de Pensiones del Bienestar, estarían ambos “anaqueles” sin medicamentos ni dinero líquido para hacer frente a la creciente demanda de medicamentos y jubilatoria en México.
“Cuando venda lo poco que tiene, que no tiene nada realmente valioso, vamos a juntar el fondo. Ridículo. Peor aún, vamos a suponer que el fondo ya esté constituido y que haya 65 mil millones de pesos. ¿Para qué alcanza? Para muy poco. Las pensiones son artefactos de largo plazo”, declaró recién a la prensa especializada el ex director de la Consar, Carlos Ramírez.
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