Las autoridades de la Ciudad de México han declarado una contingencia ambiental debido a altas concentraciones de ozono en el aire del Valle de México.
La llegada anticipada de la primavera trae consigo un adelanto del calor, especialmente perceptible en la Ciudad de México, donde la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (Sgirp) ha pronosticado temperaturas de hasta 30 grados centígrados.
Este aumento de temperatura, combinado con la presencia de una circulación anticiclónica que disminuye las probabilidades de lluvia, creará condiciones propicias para altos niveles de contaminantes como el ozono, deteriorando así la calidad del aire hasta alcanzar niveles muy preocupantes.
Debido a estas condiciones, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) emitió un decreto de contingencia ambiental el jueves 22 de febrero por la tarde.
La contingencia se extiende a la Zona Metropolitana del Valle de México, y entre las medidas adoptadas se encuentra la implementación del programa de doble Hoy No Circula.
¿Qué son las partículas de ozono?
El ozono es un gas natural presente en la atmósfera en concentraciones muy bajas. Sin embargo, en la Ciudad de México, su presencia puede aumentar debido a las reacciones químicas entre los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles, especialmente bajo la influencia de la luz solar, según explica el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
A pesar de su origen natural, el ozono también se considera un contaminante debido a sus efectos perjudiciales para la salud humana, especialmente en el sistema respiratorio, cuando se encuentra en concentraciones elevadas.
La producción de ozono se incrementa significativamente en las grandes ciudades, donde las temperaturas son más altas y la contaminación es más intensa.
Cuando el ozono alcanza niveles elevados en la atmósfera, las personas pueden inhalarlo, lo que puede causar diversos problemas de salud, como irritación en la garganta, picazón en los ojos y dificultad para respirar.
Asimismo, el ozono puede disminuir la función pulmonar y, durante períodos de contingencia ambiental, las personas tienden a respirar de manera más rápida y menos profunda al realizar actividades al aire libre.
La inhalación de ozono puede agravar enfermedades respiratorias preexistentes, como el enfisema, la bronquitis y las crisis asmáticas. Este gas también tiene la capacidad de inflamar las células que recubren las vías respiratorias, lo que puede exacerbar los síntomas y complicar el tratamiento de estas condiciones.