Aunque Standard and Poor’s (S&P) estima que México mantendrá una gestión macroeconómica cautelosa en el periodo previo a las elecciones, en la transición y bajo el próximo gobierno, advierte que Pemex seguirá siendo un desafío fiscal para el próximo titular del Ejecutivo federal.
La agencia señaló en un documento que los formuladores de políticas entrantes tendrán que considerar cómo gestionar diversas limitaciones presupuestarias, que incluyen un gasto social más alto y menos discrecional, una carga de intereses más pesada, reservas fiscales limitadas, una base impositiva no petrolera comparativamente baja y los desafíos asociados con las finanzas de Pemex.
La calificadora explicó que desde 2019 ha señalado que las notas soberanas de México podrían verse presionadas por Pemex como un pasivo contingente para el soberano, pues dado el débil estado de las finanzas de la empresa y su expectativa de que cualquiera que sea el próximo gobierno continuará respaldando el pago de su deuda, persiste la posibilidad de que haya presión sobre la calificación soberana.
Abundó en que la calificación de Pemex sigue dependiendo de la nota soberana y la forma en la que el próximo gobierno aborde la trayectoria fiscal general de México, el apoyo a Pemex, la política en el sector energético y organice la gestión de la petrolera probablemente afectará sus calificaciones tanto del país, como de la empresa.
S&P resaltó que Pemex enfrenta importantes vencimientos de deuda en los próximos años y el soberano, que recurrió a los mercados internacionales a principios de 2024, incluyó por primera vez una partida presupuestaria para cubrir casi todos los pagos de amortización de 2024 (alrededor de 11,000 millones de dólares).
Sin embargo, el pago de la deuda de Pemex seguirá siendo una fuente de tensión en 2025 y 2026, con vencimientos por 6,800 y 10,500 millones de dólares en esos años, respectivamente.