En este primer mes de la administración de Sheinbaum, la violencia ha emergido como un tema crucial, destacando especialmente en Chiapas y Sinaloa.
Este viernes, la presidenta Claudia Sheinbaum celebra su primer mes en el Gobierno, enfrentando desafíos importantes, como el incremento de la violencia en diversas regiones del país y las controversias relacionadas con la aprobación de la reforma judicial, que han llevado a un paro de los trabajadores del sector.
En este periodo, la violencia ha sido un tema destacado, sobre todo en Chiapas y Sinaloa.
El asesinato del padre Marcelo Pérez, un sacerdote reconocido por su labor humanitaria en Chiapas, el 19 de octubre, se ha convertido en un símbolo de la creciente inseguridad en la región. Este trágico evento resalta el clima de violencia en este estado fronterizo con Guatemala, donde grupos delictivos compiten por el control de territorios.
El padre Marcelo había recibido amenazas previamente, lo que ha generado interrogantes sobre la efectividad de las políticas de seguridad hasta ahora implementadas.
En Sinaloa, los conflictos entre los hijos de ‘El Chapo Guzmán’ y los seguidores de ‘El Mayo’ Zambada han alcanzado niveles alarmantes desde la captura de este último en julio, gracias a la colaboración de los ‘Chapitos’ con Estados Unidos. Desde el inicio de estos enfrentamientos en agosto, cientos de personas han perdido la vida, y la situación de inseguridad continúa, afectando gravemente la vida cotidiana de los habitantes y repercutiendo en las economías locales.
Claudia Sheinbaum, la primera mujer en presidir México, ha respondido enviando a su secretario de seguridad, Omar García Harfuch, a la zona y aumentando la presencia militar en la región. Sin embargo, algunos expertos consideran que esta estrategia es ineficaz.
En cuanto a la reforma al Poder Judicial, impulsada por la administración del expresidente Andrés Manuel López Obrador y continuada por Sheinbaum, ha generado controversia desde su aprobación en septiembre. Esta reforma establece la elección popular de jueces y magistrados, lo que representa un cambio radical en la estructura del sistema judicial mexicano. Aunque el gobierno argumenta que busca aumentar la legitimidad y la transparencia en la justicia, ha encontrado una fuerte oposición entre los trabajadores del sector, quienes han declarado un paro laboral prolongado.
Más de 13,000 casos judiciales están actualmente en espera debido a esta paralización, lo que ha suscitado críticas hacia la presidenta por permitir que continúen recibiendo salarios sin cumplir con sus funciones. En respuesta, jueces y magistrados han comenzado a organizar intervenciones mediáticas para expresar sus preocupaciones, señalando que la reforma podría comprometer la independencia judicial.
La situación ha escalado a un punto crítico, con la presidenta y los líderes del Poder Judicial en una pugna que ha llevado a la dimisión de la presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, junto a otros siete magistrados. A pesar de haber sido aprobada, la reforma enfrenta desafíos legales y resistencias que complican su implementación efectiva.