Durante décadas, Vietnam ha recibido a grandes empresas como Apple, Samsung e Intel. Ahora, el país está listo para asumir negocios aún más grandes.
El presidente electo Donald Trump afirmó que su plan de imponer fuertes aranceles a los bienes importados a Estados Unidos reducirá el déficit federal, bajará los precios de los alimentos y generará más empleos en el país. Durante un acto de campaña en Savannah, Georgia, prometió “reubicar industrias enteras” en Estados Unidos. “Veremos un éxodo masivo de la industria manufacturera de China a Pensilvania, de Corea a Carolina del Norte, de Alemania a aquí mismo, en Georgia”, declaró en septiembre.
Sin embargo, es poco probable que esa repatriación ocurra, y mucho menos en la escala y velocidad que Trump desea, si es que alguna vez se materializa. En cambio, se espera que un país se beneficie principalmente de las políticas de Trump: Vietnam.
“Si antes se fabricaba en China, ahora se fabricará en Vietnam”, dijo Jason Miller, profesor de gestión de la cadena de suministro en la Universidad Estatal de Michigan, en una entrevista con Forbes. “Esa producción no va a regresar a Estados Unidos”.
Durante la administración anterior de Trump, importantes corporaciones extranjeras, como Apple, Foxconn e Intel, comenzaron a trasladarse a Vietnam como una estrategia para diversificar su cartera de fabricación. Hace apenas dos meses, SpaceX también anunció una inversión de 1.500 millones de dólares en el país. Incluso la Organización Trump está invirtiendo en Vietnam, con un acuerdo inmobiliario de lujo por 1.500 millones de dólares que fue anunciado recientemente.
Ahora, la nación del sudeste asiático está bien posicionada para beneficiarse aún más del creciente sentimiento anti-China que se anticipa en la próxima administración de EE. UU., especialmente si actúa rápidamente para agilizar la regulación y permitir que las empresas se instalen con mayor rapidez.
Vietnam tiene varias ventajas sobre otros competidores regionales como India. En primer lugar, como un Estado autoritario de partido único, Vietnam puede implementar rápidamente nuevas políticas favorables a las empresas. Además, el país goza de una ubicación geográfica estratégica: posee tres de los 50 puertos más activos del mundo y está junto a China, lo que facilita el comercio y la logística entre ambos países. Un aspecto clave es que Vietnam también tiene un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, siendo el único país de la región, junto con Singapur, que lo tiene (India está actualmente negociando un acuerdo similar, lo que facilitaría las importaciones y exportaciones entre la UE y el país más poblado del mundo).
Además, Vietnam está tomando medidas rápidas para mejorar la infraestructura necesaria para respaldar grandes proyectos, como el nuevo decreto aprobado a principios de este año que permite a las empresas comprar energía verde de productores de energía solar, en lugar de depender de la tradicional empresa eléctrica estatal. Esta medida, que facilita a las empresas cumplir con sus objetivos climáticos, ha sido aplaudida por gigantes como Apple, Samsung (el mayor inversor extranjero del país) y la embajada de Estados Unidos en Hanoi.
En los últimos meses, Trump ha reiterado su intención de promover la industria estadounidense y encarecer los productos fabricados en el extranjero. Ha señalado a países como México y China, y a principios de este mes anunció que implementaría aranceles de entre el 25% y el 100% sobre los productos fabricados al sur de la frontera. Previamente, propuso un arancel del 60% para los bienes fabricados en China, mientras que cualquier producto importado debería tener un arancel general del 20%, incluyendo a Vietnam. Sin embargo, el país asiático claramente ve una oportunidad de crecimiento.
“Vietnam podría tener un éxito moderado o podría tener un gran éxito dependiendo de cómo facilite esta ola [de inversión extranjera directa]”, afirmó Ahn Ngoc Tran, profesor de gobernanza en la Universidad de Indiana y ex asesor del primer ministro vietnamita, en una entrevista con Forbes.
Tran comentó que actualmente está preparando un memorando para Hanoi sobre cómo su país puede aprovechar las nuevas y estrictas reglas comerciales. Vietnam apuesta a que una enorme afluencia de capital extranjero ayudará a convertirlo en un país desarrollado de altos ingresos para 2045. En la lista de prioridades de Tran está atraer a corporaciones multinacionales que traigan consigo su propio ecosistema de proveedores, y centrarse en la producción de bienes de mayor valor.
“Vietnam debería priorizar a las empresas que traerán otras empresas al país”, dijo. “Si traes a Apple, hay muchos otros proveedores que quieren estar cerca de Apple, empresas que permitirán a Vietnam avanzar hacia un sector de mayor tecnología. En lugar de centrarse en el calzado y los textiles, Vietnam debería enfocarse en biotecnología, inteligencia artificial y semiconductores”.
Este cambio en la orientación de la economía vietnamita marca una transición importante respecto a sus orígenes como potencia manufacturera centrada en la producción de calzado y textiles. En los años 90, Vietnam se destacó por ser un centro de fabricación de productos para multinacionales como Nike y Adidas, lo que le permitió ganarse una reputación como un destino atractivo para la fabricación de bienes de consumo. Sin embargo, en la siguiente década, a medida que las empresas tecnológicas comenzaron a buscar alternativas a China para reducir costos laborales y aprovechar acuerdos comerciales favorables, Vietnam emergió como un nuevo destino para la manufactura electrónica.
La entrada de gigantes tecnológicos como Samsung, que abrió su primera planta de fabricación en Vietnam en 2008, marcó un hito clave en esta transformación. Otras empresas multinacionales de electrónica, como LG e Intel, siguieron rápidamente el ejemplo de Samsung, lo que contribuyó a consolidar a Vietnam como un centro de fabricación de productos electrónicos. Esta ola de inversiones multimillonarias impulsó también a proveedores más pequeños de esas grandes corporaciones a establecerse en el país, lo que ayudó a fortalecer aún más su sector manufacturero.
Como resultado de esta tendencia, el déficit comercial de Vietnam con Estados Unidos ha experimentado un aumento considerable, triplicándose desde 2004. De acuerdo con la Oficina del Censo de Estados Unidos, Vietnam ahora ocupa el cuarto lugar en el déficit comercial con EE. UU., solo detrás de China, México y la Unión Europea.
Cuando la administración Trump impuso aranceles a productos fabricados en China, como paneles solares y lavadoras, en 2018, no logró disuadir a las empresas de continuar produciendo en Asia. En lugar de retornar la producción a Estados Unidos, muchas empresas simplemente trasladaron su fabricación a países como Vietnam, Tailandia, Malasia e India, con Vietnam destacándose entre ellos. Esto resultó en un crecimiento acelerado del PIB vietnamita, que ha superado a la mayoría de sus vecinos asiáticos, con una tasa de crecimiento promedio del 6,2% anual, solo por debajo de China.
En 2020, Apple dio un paso importante al comenzar a trasladar la fabricación de los AirPods de China a Vietnam. Esta decisión fue seguida por Foxconn, quien también trasladó parte de la producción de iPads y MacBooks a Vietnam bajo la solicitud de Apple, un indicativo de la creciente importancia de Vietnam como un centro estratégico de fabricación en el contexto de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China.
Las estadísticas de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos respaldan la idea de que Vietnam ha sido uno de los grandes beneficiarios de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. Entre 2018 y 2019, las importaciones de productos electrónicos de Vietnam casi se duplicaron, un claro indicio de que el país ha logrado posicionarse como un importante centro de fabricación para productos electrónicos que antes provenían de China. Un informe del Banco Mundial de 2023 también destacó cómo, entre 2017 y 2022, las importaciones de productos fabricados en China a EE. UU. disminuyeron, mientras que las de Vietnam aumentaron significativamente, especialmente en categorías como impresoras láser y máquinas de coser, lo que subraya el cambio en la cadena de suministro global.
Vietnam, como explica Pablo Fajgelbaum, profesor de Economía en la Universidad de California en Los Ángeles, ha sido uno de los países más astutos en aprovechar la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Durante los primeros años de esta disputa arancelaria, Vietnam no solo logró ingresar más productos a Estados Unidos, sino que también experimentó un crecimiento en su economía exportadora. Al acoger a empresas que buscaban alternativas a China, Vietnam se benefició tanto de un aumento en sus exportaciones a Estados Unidos como de un mayor acceso a otros mercados internacionales.
Además, Fajgelbaum señala que, si las brechas arancelarias entre Vietnam y China persisten, es probable que muchas empresas continúen trasladando sus plantas a Vietnam, lo que consolidaría aún más su papel como una plataforma clave de manufactura global.
Recientemente, Vietnam ha visto un notable aumento en la inversión extranjera, consolidando su posición como un destino clave para la reubicación de fábricas y empresas que buscan diversificar sus cadenas de suministro. Un ejemplo de esto es el anuncio de Maersk, que a fines del mes pasado abrió su primer almacén aduanero en el norte de Vietnam, en la región portuaria de Haiphong. Este almacén, donde las mercancías pueden almacenarse antes de pagar aranceles, será utilizado por grandes clientes, incluido Amazon Vietnam. Además, Lego, el fabricante danés de juguetes, está a punto de inaugurar una planta de 1.000 millones de dólares en Binh Duong, lo que subraya la creciente inversión extranjera en el país.
Vietnam también ha mostrado un fuerte apoyo a los proyectos de la familia Trump. En octubre, Eric Trump, hijo del presidente electo, anunció el desarrollo de un proyecto de 1.500 millones de dólares en las afueras de Hanoi, que incluirá hoteles de lujo y campos de golf. Esta colaboración resalta las oportunidades económicas y el creciente atractivo de Vietnam en términos de hospitalidad y entretenimiento de lujo.
Desde una perspectiva económica interna, los inversores vietnamitas también están optimistas sobre el futuro del país. Michael Kokalari, economista jefe de Vina Capital, una de las principales firmas de inversión en Vietnam, expresó que las tendencias actuales, como la creciente clase media, impulsarán la demanda de servicios logísticos y energía limpia. En este contexto, la inversión extranjera no solo está reconfigurando el panorama manufacturero de Vietnam, sino que también está fomentando el crecimiento de sectores clave.
El efecto de los aranceles impuestos por Trump a las importaciones de China está acelerando la reubicación de fábricas a Vietnam, un fenómeno que ya había comenzado antes de la administración Trump y que ahora se ve impulsado por las políticas comerciales. En resumen, el movimiento hacia Vietnam es parte de un proceso que ya estaba en marcha, y los aranceles simplemente están acelerando una tendencia que se perfila como irreversible.