Trudeau anunció su dimisión después de nueve años en el poder, una renuncia que ocurre en medio de una grave crisis política y con la imagen del político en declive.
Justin Trudeau dimitió este lunes como primer ministro de Canadá, un puesto para el que parecía destinado desde su nacimiento en diciembre de 1971, cuando su padre, Pierre Elliot Trudeau, era el líder del país.
Trudeau nunca pudo escapar de su destino y este lunes anunció su dimisión tras nueve años en el poder, primero como líder del Partido Liberal desde abril de 2013 y luego como primer ministro desde octubre de 2015. Con esta renuncia, se despide como uno de los líderes canadienses contemporáneos que más tiempo ha permanecido en el cargo, dejando una huella significativa en la era progresista del país.
En abril de 1972, cuando Justin Trudeau tenía apenas cuatro meses, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, realizó una visita de Estado a Ottawa. Durante una gala en el Centro Nacional de Artes de Ottawa, y frente a Pierre Elliot Trudeau, entonces primer ministro de Canadá, y su esposa, Margaret, Nixon se levantó para ofrecer un brindis a sus anfitriones.
“Esta noche, prescindiremos de las formalidades. Me gustaría brindar por el futuro primer ministro de Canadá, Justin Pierre Trudeau”, declaró Nixon.
A lo que Pierre Elliot Trudeau replicó: “Espero que tenga la gracia y habilidad del presidente”.
La profecía de Nixon se cumplió en octubre de 2015. La de Pierre Elliot Trudeau, sobre si su hijo tendría la misma gracia y habilidad, es una cuestión que politólogos e historiadores debatirán en el futuro.
Trudeau llegó al poder como el salvador del país, pero su dimisión este lunes ocurre en un contexto de grave crisis política, con su imagen deteriorada tras más de nueve años al frente del Gobierno de Canadá.
Las circunstancias que rodean su salida, impulsada por las encuestas y las presiones dentro de su propio Partido Liberal, contrastan radicalmente con las que lo llevaron al poder.
Cuando Trudeau asumió en 2013 como líder del Partido Liberal, el exmaestro de instituto se presentó como un salvador, el único capaz de resucitar un partido al borde de la desaparición.
Cumplió con su promesa, y en octubre de 2015, con solo 43 años, derrotó en las elecciones generales al entonces primer ministro, el conservador Stephen Harper, gracias a un mensaje jovial, optimista y positivo, lo que le permitió obtener la mayoría en la Cámara Baja del Parlamento.
Cuando el 4 de noviembre Trudeau asumió el cargo, el hijo mayor de Pierre Elliot Trudeau y Margaret Sinclair cumplió su destino al regresar a 24 Sussex Drive, la residencia oficial en Ottawa donde creció junto a sus dos hermanos.
Fiel a su estilo, el primer acto público de Trudeau tras jurar como primer ministro de Canadá fue una sesión virtual de preguntas y respuestas con los niños de cinco escuelas canadienses.
Poco después, Trudeau presentó los nombres de su primer gabinete, en el cual, por primera vez en la historia del país, se logró un equilibrio entre ministras y ministros. Cuando los periodistas le preguntaron sobre el significado de este gesto, respondió de manera elegante y contundente: “Porque es 2015”.
Trudeau ganaría otras dos elecciones, en 2019 y 2021, aunque nunca con el mismo brillo de la primera. Desde 2019, el Partido Liberal ha gobernado en minoría, gracias a las particularidades del sistema electoral canadiense conocido como el escrutinio mayoritario uninominal.
Aislado de las realidades Tras las elecciones de 2021, Trudeau se encontró cada vez más aislado de las realidades del país, según muchos analistas políticos, incapaz de conectar con un electorado afectado por la fuerte subida del costo de la vida, la escasez de viviendas asequibles y el deterioro de los servicios sociales.
Muchos, incluido el propio Partido Liberal, creen que gran parte de los problemas que enfrenta el país son consecuencia de las políticas migratorias de Trudeau, que han permitido la llegada de millones de personas sin una preparación adecuada para gestionar este flujo migratorio.
Las tensiones internas alcanzaron su punto crítico el 16 de diciembre, cuando la viceprimera ministra y ministra de Finanzas, Chrystia Freeland, anunció de forma inesperada su dimisión, lo que aceleró el fin de la era Trudeau y el proceso de sucesión, que probablemente culminará en elecciones en octubre.
Paradójicamente, esta situación ha provocado una repetición de lo que ocurrió con Pierre Elliot Trudeau en febrero de 1984, cuando el entonces primer ministro, acosado tanto por su partido como por las encuestas, anunció su dimisión tras un paseo por las calles nevadas de Ottawa.