El presidente Trump y Elon Musk están impulsando recortes en el presupuesto y la plantilla del IRS. A continuación, les presentamos un servicio eficiente que debería mantenerse.
La mujer de mediana edad que estaba sentada frente a mí en Kotzebue, Alaska, a finales de febrero, no podía disimular su felicidad. El año anterior, había gastado cerca de 2,000 dólares para preparar su simple declaración de impuestos 1040: una suma que cubrió un vuelo de 880 kilómetros hasta Anchorage, una tarifa de 500 dólares por la preparación de impuestos comerciales y el costo de una habitación de hotel por un par de noches mientras esperaba a que el preparador tuviera alguna pregunta. Kotzebue, con una población de 3,000 personas (el 70% de ellas nativos americanos), no cuenta con asesores fiscales. Sin embargo, este año, había escuchado en la radio pública KOTZ-AM (la principal fuente de noticias local) que voluntarios de los 48 estados contiguos estarían disponibles para ayudar a preparar su declaración de impuestos, de manera gratuita.
A unas 3,662 millas de distancia, en Washington, DC, circulaban rumores sobre los drásticos recortes en el presupuesto y la plantilla del Servicio de Impuestos Internos (IRS) que el presidente Trump y el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Elon Musk estaban impulsando. Ya se había congelado la contratación en el IRS, y 7,000 trabajadores “en período de prueba” habían sido despedidos. Los primeros recortes se enfocaron en miles de nuevos empleados contratados bajo la Ley de Reducción de la Inflación de 2021, cuya labor consistía en reforzar la auditoría y la recaudación, especialmente en cuanto a los evasores fiscales más ricos. Posteriormente, se conocieron informes sobre un plan de la Administración de Servicios Generales para cerrar más de 110 oficinas del IRS, que funcionan como Centros de Asistencia al Contribuyente, y reducir la fuerza laboral del IRS a la mitad, lo que resultaría en significativos recortes en el servicio.
No existen oficinas ni empleados del IRS en Kotzebue. Sin embargo, tres de nosotros (todos abogados fiscales) viajamos allí como voluntarios para ayudar, después de completar una semana de formación especial. Compramos boletos a Alaska y nos hicimos cargo de nuestros propios equipos, que incluían los pantalones de nieve obligatorios y las comidas y refrigerios deshidratados con los que viviríamos mientras nos transportaban en avionetas, camionetas (el principal medio de transporte en los pueblos) e incluso motos de nieve a cuatro pueblos durante seis días, con temperaturas bajo cero, sin contar la sensación térmica. (Parte de nuestros gastos fueron cubiertos por una pequeña beca de la Sección de Impuestos del Colegio de Abogados de Estados Unidos y el resto fue deducible de impuestos, según las normas descritas en el recuadro inferior).
Nuestra experiencia fue relevante para el debate en Washington sobre la financiación del IRS por dos razones. Primero, el programa de voluntariado en Alaska está a cargo del Centro de Desarrollo Empresarial de Alaska (ABDC), una organización exenta de impuestos, en colaboración con la ABA, y recibe apoyo del programa de subvenciones de Asistencia Voluntaria al Contribuyente (VITA) del IRS. Para el año fiscal 2025, el IRS otorgó 53 millones de dólares en estas subvenciones a 315 organizaciones VITA y 41 grupos que participan en un programa asociado, Asesoría Fiscal para Personas Mayores (TCE). En 2023, los beneficiarios de las subvenciones de estos programas ayudaron a los contribuyentes a presentar más de 2.1 millones de declaraciones de impuestos. Diversos contribuyentes pueden acceder a esta ayuda gratuita, incluidos mayores, personas con ingresos menores a $67,000, personas con discapacidades o con un dominio limitado del inglés.
La pregunta es si los inminentes recortes presupuestarios del IRS permitirán seguir apoyando servicios al contribuyente como VITA y TCE.
En segundo lugar, las complicaciones fiscales que enfrentan nuestros clientes, algunas exclusivas de Alaska y otras comunes para familias de todo el país, demuestran por qué el servicio al contribuyente no es un lujo. Soy abogado fiscalista, me dedico a escribir sobre impuestos y suelo realizar voluntariado con frecuencia, pero me sigue sorprendiendo la cantidad de trampas fiscales que acechan al ciudadano común.
