Cada 19 de diciembre se celebra una efeméride muy peculiar, dedicada a un movimiento subcultural y musical fuera de lo común. Es el Día Internacional del Emo.
Este movimiento cuenta con miles de fanáticos y seguidores en todo el mundo, los cuales se sienten plenamente identificados con su género musical y forma de vestir, generando un marcado sentido de pertenencia.
Origen del Día del Emo
No se tiene alguna referencia específica, acerca del origen de la celebración de este día internacional. Se estima que este día ha sido creado por fanáticos en la década del año 2000, celebrándolo cada 19 de diciembre
¿Qué significa el término Emo?
El término Emo, también conocido como Emocore (etimología del inglés “emotional hardcore”) es un estilo de música rock con un gran énfasis en la expresión emocional, reflejado en las letras confesionales de sus canciones.
Es un movimiento que se originó del estilo del post-hardcore, el cual era conocido a mediados de la década de 1980 como Hardcore Emocional o Emocore.
Presenta algunos elementos característicos y códigos de vestimenta específicos: ropa de color negro, jeans ajustados, camisetas ajustadas con nombres de bandas conocidas, cinturones tachonados.
En lo concerniente a la apariencia personal y estética de las personas que conforman este movimiento se destaca el cabello liso, color negro azabache y con flequillo largo, ojos marcados con lápiz negro, uso de cadenas y otros accesorios.
Los aficionados al movimiento Emo son conocidos como “emo kids” o “emos”. Se popularizaron a principios de la década de 2000, siendo estigmatizados socialmente por sus acciones violentas y controversiales.
Es una subcultura asociada con estereotipos tales como la sensibilidad, la emoción, la timidez, la misantropía y la angustia. También se vincula con la depresión, la autolesión y el suicidio.
Fui Emo, ahora soy chef
Apenas había iniciado la universidad, cuando en la facultad que elegí se observaban algunos movimientos culturales que me llamaron la atención. En realidad, me sentía diferente al resto, pero no terminaba de entender donde “encajar”.
Me sentía realmente triste, sin motivo, porque desde mi hogar no había problemas mayores que los de una familia “normal” con mamá, papá y hermanos. No, me gustaba mucho convivir con la gente, prefería estar solo en mi recamara, escuchando mi música.
En una de las clases, coincidí con una chica que de pronto llamó mi atención, Laura era su nombre. Lo recordó como si no hubiesen pasado 20 años desde que les tocó juntos en una de las materias.
Regelio Mata, hoy es uno emprendedor; luego de terminar la universidad, incursionó en el arte culinaria y actualmente tiene un negocio de hamburguesas gourmet, “las mejores del condado”, aseguró.
Pero antes de llegar hasta aquí, en su adolescencia vivió muchos conflictos internos, que lo llevaron a vestirse de negro y cubrir parte de su rostro con su cabello. No se arrepiente, “fue una experiencia que me dejó grandes aprendizajes, como el conocerme y saber que ser diferente no es malo”.
Una mañana normal, el tímido chico fue abordado por Laura, quien conversó brevemente de un proyecto que harían juntos. “Me sentí muy identificado con ella, los mismos gustos musicales y su manera de vestir y ser me atrapó”.
Al poco tiempo ya eran más amigos, su complicidad fue inmensa. Y ahí empezó la historia de Rogelio en el mundo Emo. “Nosotros no éramos malos, pero siempre nos veían como bichos raros, éramos diferentes solamente, así nos gustaba vivir, pero yo creo que pocos lo entendían”.
“Nuestro grupo tomó una fuerza importante, en realidad no todos estaban tristes, como se decía, quizá muchos como yo lo hicimos solamente por moda, aunque una parte de mi se identificaba por la depresión que sentía”.
“Recuerdo que en la Universidad donde estudie en Tampico, habían los emos, los darks, los hippies, eran muchas culturas en una misma facultad, nos sentábamos por separados, pero había muchos respeto entre nosotros y el resto de los alumnos”.
Ser Emo nunca fue malo, pero lo satanizaban por ciertos grupos radicales como en todos los movimientos que suelen darse y se considera que van en contra de la normalidad, afirmó.
“Dure como cuatro años conociéndome y siendo parte del grupo de los chicos tristes vestidos de negro, pero aunque por extraño que parezca fue de las mejores etapas de mi vida”.
Al egresar de la universidad, su vida volvió a dar un vuelco de 180 grados, cuando se convierte en padre de una pequeña que le cambió la vida y lo obligó a “sentar cabeza”.
Hoy a sus 39 años, es un padre responsable que emprendió en el giro culinario. Aunque los cintos, los discos y los recuerdos siempre serán parte de guardarropa y su memoria.
“No te miento, tengo aún cosas de cuando era emo, las guardo celosamente porque siempre serán parte de mi, de lo que hice, de lo que fui, y no me avergüenzo, mucho menos me arrepiento”.
Los Emos
Los orígenes se remontan al escenario de los años 1980 en Estados Unidos. Sin embargo, las características exteriores actuales no se desarrollaron hasta la década de 2000.
Los primeros “emos” visten con una estética hardcore punk en los conciertos. Más tarde, el “Spock Rock”, creado a partir de los “Swing Kids”, fue acuñado por el cantante Justin Pearson.
A partir del “Spock Rock” se establecieron las pautas para el estilo de moda de hoy en día.
Actualmente el escenario “emo” contiene elementos mixtos de otras culturas, como el punk, el gótico, el grunge, el skateboard y el rockabilly.
Tras un declive en su popularidad en la década de 2010, a comienzos de la década de 2020 regresó otra vez de la mano de dos factores: nuevas tecnologías y nostalgia.