Solo el 10% de los jóvenes cuyos padres solo completaron la educación primaria logran alcanzar la educación universitaria, según un estudio realizado por el CEEY. Además, el informe destaca los logros educativos alcanzados por las mujeres.
Según el informe sobre Movilidad Social Educativa en México del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), el 30% de los jóvenes en el país no ha superado el nivel educativo de sus padres. Aunque hay un porcentaje mayor de personas entre 18 y 24 años que ha alcanzado una mayor formación profesional, se destaca que el crecimiento en esta población se ha estancado.
El estudio, basado en los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022, revela que solo el 14% de los jóvenes con padres que solo completaron la educación primaria o menos lograron cursar una carrera profesional. El informe subraya la importancia de la escolaridad como factor que abre “posibilidades de obtener mejores empleos y una mejor calidad de vida”.
En otras palabras, el 90% de los jóvenes con padres que han alcanzado la educación básica logran acceder a la universidad. En contraste, el 60% de las personas entre 18 y 24 años, cuyos padres tienen estudios profesionales o superiores, comparten el mismo nivel educativo.
Este dato cobra una importancia destacada al considerar que las carreras mejor remuneradas en México, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), incluyen Medicina de especialidad, Finanzas, banca y seguros, Medicina general, Ingeniería en electrónica y automatización, así como Ingeniería en electricidad y generación de energía.
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), más de la mitad (53%) de las más de 5.1 millones de personas empleadas que no completaron la primaria, es decir, más de 2.7 millones, ganan menos de un salario mínimo. Además, aproximadamente una de cada diez de estas personas tiene que trabajar más de 48 horas a la semana para alcanzar una remuneración que no llega al límite legal.
Un descubrimiento significativo de esta investigación es que, independientemente del nivel educativo de sus padres, las mujeres de entre 18 y 24 años, en promedio, tienen más años de educación en comparación con sus padres, en contraste con los hombres en el mismo grupo de edad. Las jóvenes presentan una diferencia de 2.6 años de educación más que sus padres y madres, mientras que los hombres tienen un promedio de 2.2 años más. El informe destaca que la desigualdad educativa ha disminuido entre hijas e hijos y sus progenitores.
Estos logros educativos por parte de las mujeres se han alcanzado a pesar de la violencia estructural de género. El informe “Discriminación de Género en la Educación: La violación de los derechos de las mujeres y las niñas” revela que una de cada diez alumnas de primaria se siente infeliz por ser niña, y este porcentaje se duplica a una de cada cinco cuando llegan a la escuela secundaria.
El informe fue creado por la Campaña Mundial por la Educación, un movimiento de la sociedad civil que aboga por la educación a nivel global. Este documento data de 2012, época en la que las jóvenes que actualmente han superado la educación de sus padres en México estaban cursando la primaria y secundaria.
Un desafío adicional en la trayectoria escolar de estas jóvenes ha sido la gestión de su menstruación. Según la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual realizada por la colectiva #MenstruaciónDignaMéxico, Unicef y la empresa Essity, el 20% de las niñas, adolescentes, mujeres o personas con capacidad de menstruar ha faltado a la escuela durante su periodo menstrual.
El informe del CEEY también destaca que “las madres y padres tienen una mayor influencia en la escolaridad de los hombres que en la de las mujeres entre 18 y 24 años de edad”.
En cuanto al ámbito rural, al comparar la población en áreas rurales con la de áreas urbanas, el CEEY señala que, “independientemente del nivel educativo de sus padres, en promedio, las personas de 18 a 24 años que viven en áreas urbanas tienen más años de educación que aquellas que viven en áreas rurales”.
Sin embargo, el hecho de que las personas que provienen de pueblos rurales o indígenas tengan en promedio cuatro años más de educación que sus padres no implica que hayan superado significativamente el nivel educativo de estos últimos. En contraste, las mujeres y hombres de entre 18 y 24 años que viven en localidades urbanas tienen en promedio dos años más de educación que sus padres.
Es importante señalar que este resultado no indica que la juventud en las ciudades estudie menos que la juventud rural o indígena, sino que los padres y madres de este último grupo tienen en general menos escolaridad.
El informe destaca que las mayores diferencias de años de escolaridad entre padres e hijos se encuentran en los estados de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, mientras que la Ciudad de México y Nuevo León muestran las menores diferencias.
Según el análisis del CEEY, “el monto de las transferencias gubernamentales educativas ha disminuido entre 2016 y 2022”. En 2016, los hogares “conformados por padres con menor escolaridad” recibieron el 34% de apoyos económicos, pero en 2022 solo recibieron el 18%, según el informe. El CEEY sugiere que una política de transferencias monetarias para la educación que busque promover la movilidad social debe enfocarse de manera más intensiva en aquellos que enfrentan mayores desventajas.
