La opción de contar con una mujer en la presidencia se debe a modificaciones legislativas que promovieron la presencia y la implicación activa de las mujeres en la política nacional.
Históricamente inédito en México, existe una alta probabilidad de que una mujer se convierta en presidenta, según las tendencias encuestadas y las alianzas partidarias respaldando a Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, quienes actualmente exhiben mayor fortaleza y aceptación entre los votantes.
La eventualidad de una mujer en la presidencia se debe a modificaciones legislativas que impulsaron la presencia y participación femenina en la política nacional. A pesar de que mujeres respaldaron movimientos como la Independencia, la Reforma y la Revolución, no fue sino hasta 1953, después de diversas reformas constitucionales, que se permitió a las mujeres ser votadas y ejercer su voto en las elecciones del 3 de julio de 1955.
Otra modificación legal que impulsó el progreso de las mujeres en la política fue la reforma de varios artículos constitucionales para establecer la obligatoriedad de la paridad de género en el proceso electoral a nivel nacional.
Como resultado, los congresos locales también implementaron medidas similares. En junio de 2019, México vivió su primera legislatura paritaria, logrando la paridad en los cargos públicos de los Poderes de la Unión y en los distintos niveles de gobierno.
Este cambio en el ámbito político ha sido esencial para fortalecer la legitimidad del sistema democrático al representar de manera más equitativa al electorado.
Aunque la paridad de género está vinculada con la democracia y la justicia social, hay otras razones para incorporar la perspectiva de mujeres líderes.
Según la ONU, en el informe “Liderazgo y participación política de las mujeres”, la presencia de mujeres en la toma de decisiones genera cambios beneficiosos para la población en general. Por ejemplo, en la India, la presencia femenina en el consejo municipal se asocia con un mayor suministro de agua potable, y en Noruega, la participación de mujeres en los consejos municipales ha tenido un impacto positivo en la cobertura de atención infantil.
Además, las mujeres tienden a abogar más por causas como la erradicación de la violencia de género, licencias parentales, cuidado infantil y pensiones, independientemente de las diferencias políticas.
La investigación de Catherine Reyes-Housholder y Thomas Gwynn en su estudio “Incentivos de género, apoyo partidista y candidaturas presidenciales femeninas viables en América Latina” indica una conexión directa entre la presencia de mujeres presidentas y el respaldo al liderazgo femenino, así como una mayor disposición de las mujeres a participar y a votar por candidatas.
Los impactos simbólicos positivos de tener una mujer en el poder pueden traducirse en la aspiración de las ciudadanas o, al menos, en la conciencia de que es posible competir y ganar. Este hecho sencillo puede contribuir a una mayor representación femenina en cargos de elección popular.
La investigación señala que las mujeres presidentas tienden a abogar con menos intensidad por agendas de género en comparación con las legisladoras, posiblemente centradas en cuestiones que consideran de mayor relevancia para todos los ciudadanos y no solo para la mitad de la población.
Siguiendo esta línea, el estudio de Shan-Jan Sarah Liu y Lee Ann Banaszak, titulado “¿Importan los cargos gubernamentales ocupados por mujeres? Un examen transnacional del impacto de las ministras en la participación política de las mujeres”, revela que las mujeres en funciones públicas sirven de inspiración para que otras mujeres se involucren en la esfera pública. D
estacan que las niñas, especialmente en etapas tempranas de socialización política, se ven positivamente influenciadas al desarrollar expectativas en este sentido.
Las mujeres en México han progresado hacia la paridad en el ámbito público, y más allá de ser un tema de justicia, su contribución en aspectos productivos, económicos y sociales complementa la de los hombres.
Sería necesario examinar el perfil del puesto de la Presidencia de la República y evaluar las competencias de las candidatas para tomar decisiones informadas, buscando construir una nueva era con un futuro promisorio y estableciendo cimientos para una sociedad mexicana más equitativa y mejorada.