Con motivo del Día del Compromiso Internacional del Control del Mercurio, expertos advierten sobre los peligros de consumir excesivo pescado, que puede contener este elemento tóxico.
El consumo de pescados azules, como el salmón, el atún y las sardinas, está en discusión debido a los niveles de toxinas. Aunque son ricos en omega 3, aportan beneficios al organismo.
El omega 3, una grasa beneficiosa, desempeña un papel clave en la salud cardiovascular. No obstante, actualmente, el riesgo de consumir pescados azules podría superar sus beneficios debido a las altas dosis de mercurio que contienen. La preocupación por la contaminación del pescado con mercurio es un tema destacado para la Organización Mundial de la Salud, dada la variedad de problemas de salud asociados.
El metilmercurio, la forma más nociva del mercurio, se origina principalmente a partir de desechos industriales y es perjudicial para el sistema nervioso, inmunológico, digestivo, la piel y los pulmones.
La ingesta elevada puede ocasionar trastornos neurológicos, temblores, insomnio, pérdida de memoria y debilidad muscular. Algunos pescados acumulan más mercurio debido a la bioacumulación: este metal llega al mar, se convierte en metilmercurio, y es consumido por pescados pequeños, que son luego ingeridos por peces más grandes, creando una cadena alimentaria.
La bioacumulación explica la elevada presencia de mercurio en peces de mayor tamaño. Así, los peces más grandes, como el atún rojo, pez espada, tiburón, mero y lucio, concentran mayores dosis de mercurio, acumulando el metal consumido por sus presas anteriores.
Se aconseja limitar el consumo de pescados con altos niveles de mercurio a no más de una vez al mes. La acumulación de mercurio en los tejidos grasos de peces más grasos se explica porque este elemento tiende a concentrarse en la grasa.
Los daños por mercurio dependen del tipo, cantidad y duración de la exposición, así como la edad. Algunos sugieren que limitar el consumo de estos peces es suficiente para contrarrestar los efectos negativos, permitiendo aún así obtener los beneficios nutricionales. Por ejemplo, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria recomienda no más de dos latas de atún por semana para adultos sanos.
Se sugiere limitar el consumo de pescados con altos niveles de mercurio, como atún rojo, pez espada, tiburón, mero y lucio, a una vez al mes. Peces con concentraciones menores, como trucha, bonito y merluza, se aconseja no consumir más de una vez a la semana. En el caso de pescados como salmón, bacalao, langostino, pulpo, merluza y ostras, algunos indican que no hay un límite establecido, pero especialistas recomiendan no superar las 4 raciones por semana.