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Se cumplen 3 décadas del trágico magnicidio de Colosio, en un país inmerso en plena campaña

El asesinato de Colosio, tres décadas después, continúa marcando la política mexicana y que este año se enmarca en el ambiente electoral

Al cumplirse 30 años del magnicidio del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, expertos perciben la reapertura del caso, respaldada por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, como un “distractor” en medio de la campaña electoral, en la que el homónimo hijo del fallecido busca entrar al Senado y la política nacional.

El profesor de política de la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM) Ulises Corona señala que el presidente, ante los “grandes retos” que tiene, avivó una herida “ya subsanada”.

“Es un tema superado y supone gran distractor del momento electoral del país”, asegura, pues México celebrará el próximo 2 de junio los comicios más grandes de su historia.

El periodista y ex preso político J. Jesús Lemus, quien convivió con el asesino confeso de Colosio, Mario Aburto, durante su paso por la cárcel, comparte esta posición en una entrevista.

“López Obrador tiene la obligación y la necesidad de asegurar el triunfo de Claudia Sheinbaum. Una forma de hacerlo es darle a la gente un poquito de circo”, desgrana.

Este es un caso que, tres décadas después, continúa marcando la política mexicana, pues, de hecho, se presentará el libro ‘Las cartas de Colosio’, un recopilatorio de la correspondencia entre el fallecido y su padre, con la presencia del hijo del candidato, Luis Donaldo Colosio Riojas.

Un asesinato “por razón de Estado”

Para Corona, el asesinato del aspirante del Partido Revolucionario Institucional (PRI) lo motivó una “razón de Estado” en una coyuntura política que Colosio desafiaba.

“Quiso atentar contra una clase económica creciente de violencia organizada, como los narcotraficantes. Al hacerles frente, (…) no le permitieron continuar”, sostiene.

El 23 de marzo de 1994, Colosio recibió dos balazos tras un mitin en el barrio de Lomas Taurinas, en Tijuana, en el fronterizo estado de Baja California.

Se considera el magnicidio más grave de México desde 1928, cuando mataron al presidente electo Álvaro Obregón, pues, si bien Colosio aún no encabezaba el Gobierno, los candidatos del PRI ganaban las elecciones de manera prácticamente automática hasta el año 2000.

En cambio, Lemus tacha a Colosio de ser “corrupto”, al asegurar que su magnicidio “lo purificó”.

“La muerte le salvó del ridículo político”, sentencia.

Se reabre el caso por un segundo tirador

La carpeta judicial del caso Colosio salió del cajón en 2023, cuando un tribunal argumentó que los jueces no deberían haber juzgado con el Código Penal federal, sino con el del estado de Baja California, al asesino confeso.

Esto implicaría una rebaja de hasta una década en su condena de 40 años, lo que supondría su salida inmediata de la cárcel.

Aun así, la Fiscalía General de la República (FGR) recurrió el fallo y López Obrador se negó a indultar a Aburto, a pesar de las reiteradas peticiones de Colosio Riojas, alcalde con licencia de la norteña ciudad de Monterrey por Movimiento Ciudadano (MC) y que, la semana pasada, apostó por que el asesino se fuera de México en el caso de que quedara libre.

A este pleito se suma la teoría que contempla un segundo tirador como el asesino real, una versión que Lemus defiende, pues el mismo Aburto le habló de ella.

“Me volvió a ratificar que no era culpable, le dije ‘cuéntame’ y ahí fue cuando me platicó la historia de que había un segundo tirador, de que le habían torturado”, relata, para que se confesara el autor material.

La FGR reanudó la investigación en 2022 y, el pasado enero, señaló que esta segunda figura era agente de inteligencia del Gobierno del priista Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).

El periodista asegura que “siempre creyó” en la versión de Aburto, con quien sintió “hermandad” por su condición de presos, pero Corona considera superado el debate.

“La solución inmediata y urgente es que salga de la cárcel y que, con él, se concluya el magnicidio de Colosio. Que se vuelva abrir una carpeta de investigación por el segundo tirador (…) me parecería infructuoso, demasiado desgastante y poco llamaría la atención”, zanja.

Lemus advierte que las carpetas que se puedan abrir “no llegarán a los verdaderos culpables” porque miembros del Ejército “participaron” en el caso.

“Deja que pasen las elecciones y lo vuelvan a sepultar”, augura.

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