Opinión

Estado o Mercado: ¿Quién es el culpable?

Estado o Mercado: ¿Quién es el culpable?

Vivimos una época extraña en la que, desde hace algunos años, el estado culpa al mercado de los problemas que no es capaz de resolver y de los malos resultados que ha dado a los mexicanos. No es de sorprender que sea así, el mercado como tal no tiene un rostro ni un representante que pueda defenderlo. El mercado no es algo o alguien en particular, se trata de millones de personas que realizan actividades económicas en nuestro país. Son todos los que buscan generar riqueza a partir de alguna actividad comercial, industrial, de servicios, o cualquier otro sector económico. Son los que generan el empleo en México y los que pagan los impuestos que constituyen el presupuesto del gobierno federal, de las 32 entidades federativas y de los 2,475 municipios de nuestro país.

A este villano algunos le llaman capitalismo, pero más recientemente algunos han tomado prestado un nombre del que generalmente desconocen su significado y origen: neoliberalismo, y le han asignado el título de villano máximo.

Reflexionemos un poco sobre los principales problemas que enfrenta nuestro país y sobre quien es el culpable:

¿Quién es responsable de que 48 millones de mexicanos vivan por debajo de la línea de Pobreza?

¿Quién es culpable de las enormes deficiencias en cobertura y calidad del sistema educativo en México?

¿Quién es responsable de las terribles deficiencias en los servicios de salud?

¿Quién es responsable de asegurar la provisión de agua potable, electricidad, movilidad urbana, etc.?

¿Quién es responsable de recaudar impuestos y de redistribuirlos de manera eficiente para evitar que existan grandes desigualdades en las condiciones de vida de los mexicanos?

Ahora bien. Se estima que la corrupción le cuesta a nuestro país una cifra equivalente al 10% del PIB y la inseguridad otro 14%. Reflexionemos un poco más:

¿Quién es responsable de garantizar la paz, la seguridad y el estado de derecho a los ciudadanos?

¿Quién es responsable de perseguir y castigar la corrupción?

¿Quién debe de supervisar las obras públicas y realizar licitaciones transparentes?

¿Quién es responsable de regular los mercados, de promover la competencia y de evitar los monopolios?

El papel del mercado es el de ser el espacio en el que los individuos realizan sus actividades productivas y en el que buscan generar riqueza a través de la productividad, la innovación y el valor agregado. Para ello, los que participan en el mercado deben de arriesgar su patrimonio, contraer compromisos legales, sobrellevar la burocracia y subsistir en un entorno de incertidumbre e inseguridad que se añade al propio riesgo de emprender.

El economista y premio Nobel Daron Acemoglou describe en su libro titulado “Por qué fracasan los países” qué la combinación mercado y estado es fundamental para que un país pueda caminar hacia el desarrollo y la prosperidad. En específico de la combinación de una democracia desarrollada y de mercados eficientes y competitivos.

Los países que, a lo largo de muchos años, han logrado construir instituciones democráticas, con una sana dispersión del poder y sistemas sólidos de rendición de cuentas, típicamente logran también generar las condiciones para desarrollar sus mercados al propiciar la competencia, la innovación y la productividad. De esta manera ambos elementos, estado y mercado, representan el matrimonio perfecto.

Los mercados son eficientes pero no son justos, generan riqueza pero no la distribuyen, incentivan la productividad pero no propician la competencia. El mercado necesita al estado para optimizar su funcionamiento, de la misma manera que el estado necesita de una economía con crecimiento, que genere riqueza y a partir de ella impuestos.

No es conveniente usar al mercado y al sistema económico como chivo expiatorio para lo que no hemos podido lograr como país desde la perspectiva de nuestro estado. Tal vez es momento de entender a la fragilidad institucional del estado mexicano como la gran enfermedad que tiene nuestro país. En este sentido, el primer paso sería reconocer que se tiene la enfermedad para aceptar qué hay que hacer algo para tratarla y resolverla. La buena noticia es que existen ejemplos interesantes de países que iniciaron en peores condiciones que nosotros y que, a lo largo de una o dos generaciones, lograron madurar su estado y su mercado, y con ello lograron la prosperidad de un país plenamente desarrollado.

Jorge A. Charles Coll

@jochaco

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