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Andy Pacheco: el tatuador victorense que cruzó fronteras

Andrés García Pacheco, pasó de ser un tatuador de esos que utilizaban máquinas hechizas, a convertirse en uno de los más reconocidos a nivel local y estatal; hoy ya traspasó fronteras.

En entrevista, Andy Pacheco, originario de Ciudad Victoria recordó su gusto por este arte, sus tropezados inicios cuando los tatuajes estaban rodeados de tabúes, y como evolucionó el rayarse el cuerpo.

Tenia 14 años cuando en complicidad con un primo hicieron una máquina casera, hecha de cuerdas de guitarra y un pequeño motor que rellenaban con tinta china, que conseguían en la papelería.

“Lo hacíamos de una manera totalmente empírica, según nosotros desinfectábamos con algodón y alcohol y poníamos al rojo vivo, después de varios años de estar desgraciando gente de esa manera, porque no sabíamos”.

“No había información, no existía el internet, era como nosotros pensábamos y el acceso a la información era casi nulo, era bien raro encontrar algo de información”.

Tras años de trabajar con la pequeña máquina casera, y sin una preparación en temas dermatológicos, llegó la era de la tecnología y la apertura al tema de los tatuajes; fue ahí cuando empezó la aventura de manera formal.

“Así comencé tomando seminarios de aséptica, antisepsia, y tratando de especializarme un poco más, y comprar máquinas profesiones que se distribuían en el centro del país”.

Para el 2001, Andrés Pacheco impulsó el arribo de tratadores profesionales a Ciudad Victoria quienes otorgaban cursos y ofrecían sus servicios, lo que abrió un abanico de mejores posibilidades para las personas que deseaban aprender.

Tras ese importante paso, llegó su primer gran seminario en el extranjero que despertó sus ganas de abrir su propio estudio de tatuajes: Victoria Ink, uno de los más reconocidos en la capital de Tamaulipas que se ubica en el 15 Veracruz y es la marca que ha perdurado desde hace 20 años.

“Tome un seminario en Houston, y fue el primer seminario formal que yo tome y era un realismo sombras, cuando los del estudio me ofrecieron trabajo porque les gustó lo que yo estaba haciendo, dije yo ya es momento de hacerlo más formal”.

“Después de eso, seguí tatuando a domicilio, y en 2004 abri mi estudio lo que es Victoria Ink, lo abrí en casa de mi mamá en un local y ahí estuve por 10 años. Después me cambié a una plaza comercial que es en donde he estado desde 2015, y he estado aqui tatuando desde ese entonces”.

“Me la he pasado viajando por todo México, parte de Sudamérica, en las Expo tatuajes, participando como expositor, dando seminarios, me ha tocado ser juez en los concursos de tatuajes, y también concursando, siempre en lo que yo me he especializado que es realismo color y sombras”.

Desde hace tres décadas cuando hizo su primer tatuaje, a la edad de 14 años, la pasión por este arte crece cada día más y actualmente, continúa preparándose para estar a la vanguardia.

“Ya tenemos un buen rato y creo que el hecho no es llegar si no mantenerse, hemos tratado de hacer lo mejor posible y tratando de crecer y aprender cada día más”.

“Tomando seminarios todo el tiempo, actualizándonos en todo, y manteniendo un standar de calidad en mis materiales, tanto de higiene como en la calidad de tintas, agujas y tratando de siempre estar a la vanguardia en la maquinaria, ahorita tengo las top que hay en el mundo”.

El victorense ya traspasó fronteras, y además de ser reconocido y haber ganado múltiples concursos en México y Sudamérica, hoy acude una vez al mes a realizar trabajos en Estados Unidos.

Andrés García Pacheco, además de tatuar, estudió la licenciatura en Relaciones Internacionales y Pedagogía, carreras que cursó a la par. Es máster en Metodología de la Enseñanza y su segunda gran pasión, es dar clases.

“Doy clases de artes y de inglés desde hace muchos años, no me he quedado estancado, me la paso tomando seminarios de arte todo el tiempo, me dedico a dibujar todos los días, pintar lo más seguido posible y hacer escultura”.

“Y también me estoy haciendo de buena clientela por allá y yo creo que no es más que el trabajo, la gente por lo que te sigue es por lo que haces y la mejor publicidad es de boca en boca, lo que haces y que te recomienden”.

En estas tres décadas me ha tocado vivir todas las etapas del tatuaje, dijo, desde hacer tu propia máquina, hasta tener un aparato inalámbrico y rotativo. En la actualidad, concluyó, los tatuajes dejaron de ser una raya ejemplo de rebeldía y se convirtieron en verdaderas obras de arte.

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