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La falla de San Andrés, con una longitud de más de 1,200 kilómetros y una profundidad de 15 kilómetros, no es la única amenaza sísmica en la región.

La falla de San Andrés , una cicatriz geológica que recorre la costa oeste de Estados Unidos y se extiende hasta Baja California, México, ha mantenido en vilo a científicos y expertos en sismología durante décadas. Este fenómeno natural, caracterizado por su constante movimiento, representa una amenaza latente para millones de personas que habitan en esta región altamente sísmicamente activa.

Un “Big One” podría liberar una energía equivalente a un terremoto de magnitud 8

Especialistas advierten que la falla de San Andrés se encuentra en un ciclo de ruptura, lo que significa que un gran terremoto podría ocurrir en cualquier momento. Los sedimentos acumulados a lo largo de esta falla sugieren que la energía acumulada es suficiente para desencadenar un sismo de gran magnitud , conocido como “Big One”.

Si bien Tijuana, por ejemplo, cuenta con zonas geológicas más estables, otras áreas de la ciudad y de Baja California presentan una mayor vulnerabilidad. Los sismos de 2010 y 2013, que afectaron a la capital del estado y provocaron el colapso de la carretera escénica Tijuana-Ensenada, son un claro ejemplo de los devastadores efectos que pueden tener estos eventos naturales.

La falta de preparación ante un posible “Big One” es una de las principales preocupaciones de los expertos. ¿Qué pasaría con los servicios básicos como el agua potable y la electricidad? ¿Cómo responderían las escuelas y los hospitales? Estas son algunas de las interrogantes que surgen ante la posibilidad de un terremoto de gran magnitud.

California es un estado vulnerable por la falla de San Andrés

California, estado estadounidense que se encuentra directamente sobre la falla de San Andrés, ha experimentado en el pasado los devastadores efectos de grandes sismos. El terremoto de San Francisco de 1906, con una magnitud de 7.8, causó la muerte de miles de personas y dejó la ciudad en ruinas.

La falla de San Andrés, con una longitud de más de 1,200 kilómetros y una profundidad de 15 kilómetros, no es la única amenaza sísmica en la región. Otras fallas menores, tanto en tierra como en el mar, también representan un riesgo para la población.

Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, un “Big One” podría liberar una energía equivalente a un terremoto de magnitud 8 y durar entre 3 y 5 minutos. Además, existe la posibilidad de que este evento desencadene un tsunami que afectaría a las costas del Pacífico durante al menos 24 horas.

Si bien no se puede predecir con exactitud cuándo ocurrirá el próximo gran terremoto en la falla de San Andrés, los expertos coinciden en que es cuestión de tiempo. Ante esta amenaza, es fundamental que las autoridades y la población en general tomen medidas para reducir el riesgo y estar preparados para enfrentar las consecuencias de un evento de esta magnitud.

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