La Diócesis de Guachochi exhortó a las autoridades de Chihuahua y federales una “respuesta eficaz” ante la situación de violencia que se vive en la zona de la Tarahumara.
En entrevista con Joaquín López-Dóriga para Radio Fórmula el párroco Enrique Urzúa señaló que “han sido días muy complicados” a raíz del ataque de 700 disparos contra la capilla de Santa Anita y el abandono de un cuerpo decapitado.
El sacerdote destacó que no se trata de hechos aislados sino que se unen a otros acontecimientos.
Deseo pensar que no es un amedrentamiento o amenaza directa contra la iglesia o contra un servidor”, confesó.
Enrique Urzúa reveló que los habitantes de la comunidad de Santa Anita, donde ocurrió el ataque, tienen miedo y algunos han optado por abandonar sus hogares, al menos de manera temporal.
Hasta el momento, la mayoría de “mestizos” se han ido, en tanto que los indígenas no tienen forma de salir y temen por la forma en que se harán de provisiones para su vida diaria.
He escuchado el llanto de la gente, la incertidumbre que este hecho ha provocado”, relató.
El padre Urzúa destacó que ya ha habido un acercamiento con el presidente municipal de Guachochi, José Miguel Yáñez Ronquillo, y la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, para ayudar a la comunidad.
Ahora esperamos que haya una respuesta eficaz.”
Asimismo, coordinará la entrega de víveres y ayuda para la gente aún dentro de la comunidad afectada.
Esto, enfatizó, será la prioridad por sobre la posible restauración de la capilla atacada en Santa Anita.