¡Despierta México!

Hemos escuchado tanto del 2024 en materia electoral, viviendo el circo nacional que el mismo gobierno federal nos ha vendido como “LAS CAMPAÑAS”, que no son campañas con las famosas “corcholatas”, en tiempos que no eran tiempos, con recursos fantasmas, con mucho misterio, guerra frontal, dimes y diretes, acusaciones y mucho desgaste político de figuras que para mi gusto tienen todo menos carisma.

En fin, como se dice vulgarmente, nos han dado circo, maroma y mucho teatro, pero lo más triste es ver cómo de alguna manera, como ciudadanos, nos volvemos parte de ese circo, al acudir a eventos políticos donde se nos invita para llenar una mesa en un foro, a ser parte del número, de la estadística, de la foto “pal face”, cuando le ponemos un precio a nuestra INE y se nos olvida que con ella tenemos voz, voto, decisión y sobre todo libertad.

¡Qué desgastada se encuentra la política! Y que poco ha evolucionado la manera de hacer política, de comunicar, de empatizar y de ejercer la función pública.

Como joven y como mujer me encantaría ver a políticos reales, de carne y hueso, pero están tan preocupados en ser el superhéroe que regala un bastón, una silla de ruedas, un paquete de pañales y que todo eso, quede, perfectamente retratado, que tenga likes y que las granjas de bots pagados con nuestros impuestos salgan en masa a plasmar mensajes positivos y de agradecimientos.

Qué tan faltos de reconocimientos estamos en la actualidad que buscan el aplauso constante por cada obra realizada, cuando ese es su principal trabajo, por el que llegaron a la silla o al cargo público.

Que diferente sería si cada gobierno en cualquiera de sus niveles: municipal, estatal o federal, trabajara como si buscara una reelección.

Me sorprende aún en estos tiempos seguir leyendo notas o columnas pagadas por los mismos políticos para que hablen bien de ellos, enalteciendo sus nulas ganas de servir y servir bien a la ciudad, estado o país que representan, pero más me sorprende que exista gente cegada por el fanatismo de un color o un liderazgo.

Pareciera muy lejos de suceder, pero sueño con el día en que los ciudadanos despertemos y entendamos que una despensa se acaba y que hoy en día $500, $1,000 o $5,000 pesos solo duran para una ida al súper.

Ojalá reflexiones que valemos más que eso, pero aún mejor, que entendamos que para tener algo o vivir mejor hay que trabajar duro en lugar de esperar a que el gobierno nos reparta miserias, producto del trabajo de los que sí le “chingamos” todos los días.

Nos han querido vender la idea de ser “un pueblo” y la palabra “pobreza” la integran en sus discursos como si fueran signos de puntuación; ¡claro! Hablando desde su privilegio.

¡Despierta México!

La pobreza es decisión de cada uno que tenemos todos los días al despertar la oportunidad de levantarnos temprano y buscar formas de empleo para un mejor futuro o bien quedarte en casa, estirar la mano, recibir migajas y esperar las elecciones para vendernos al partido que pague más.

Sin ser madre de familia hoy más que nunca reconozco y admiro a los que fueron padres en los 80´s y 90´s, que gran labor hicieron, porque sin generalizar la mayoría de las familias educaron a mi generación en el esfuerzo del trabajo, en el deseo aspiracional, en la empatía, en la lealtad de tus principios y en la lucha constante por los ideales.

Dejemos como familia y como sociedad de educar niños y jóvenes de cristal, frágiles, intolerantes a la frustración, mediocres y sin aspiraciones.

Despertemos México, es momento de creer que valemos más de $4,800 pesos cada dos meses.

Merecemos más que la construcción de un hospital que no sirve de nada si no tendrá medicamentos suficientes, enfermeras basificadas con sueldos dignos o doctores con verdadera vocación de servicio.

Merecemos más que servicios básicos de calidad, porque nos hacen creer que están haciendo una gran labor cuando en realidad esa es su principal responsabilidad.

Despierta México, pero despierta ¡YA!