Greenpeace señaló que una tercera parte de los hogares en México enfrenta algún grado de pobreza energética y exhortó a las Secretarías de Bienestar y de Energía a implementar una transición hacia energías renovables que permita a las familias cubrir sus necesidades básicas, como educación, salud, nutrición, entretenimiento y adaptación al cambio climático.
Durante la presentación de su Estrategia Nacional de Democracia Energética (2024), Pablo Ramírez, especialista en Energía y Cambio Climático de Greenpeace México, destacó que combatir la pobreza energética no solo reduciría los costos de servicios para las familias, sino también beneficiaría las finanzas públicas. Según su propuesta, los sistemas renovables descentralizados podrían satisfacer la demanda residencial total y generar empleos verdes en comunidades locales a través de actividades como capacitación, instalación y mantenimiento de equipos.
Ramírez ejemplificó que, destinando el 68 % del anexo transversal 16 del Presupuesto de Egresos de la Federación 2024, se podrían instalar más de 4.4 millones de sistemas de generación distribuida o aislada, lo que ahorraría hasta 31 mil 155 millones de pesos en subsidios eléctricos.
Sin embargo, reconoció que el costo elevado de estas tecnologías sigue siendo un obstáculo, especialmente en zonas remotas. Por ello, propuso desarrollar modelos de financiamiento accesibles para comunidades marginadas, facilitando su adopción.
Además, enfatizó que un cambio en el modelo energético nacional es fundamental para reducir emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con los compromisos climáticos de México. Subrayó que, aunque las comunidades vulnerables generan una menor huella de carbono, son las más afectadas por la crisis climática y han sido relegadas en la agenda energética del país.